viernes, 11 de octubre de 2019

Participación Escolar


A lo largo de los últimos años, el discurso sobre la importancia de la participación de los diferentes sectores de la comunidad educativa en el funcionamiento de las instituciones escolares ha ido ganando fuerza, tanto desde el punto de vista normativo como desde la perspectiva del análisis teórico y axiológico.

En el caso concreto de los alumnos y de las alumnas, la posibilidad que se les ofrece de participar en el funcionamiento de su centro ha de ser considerada más allá de sus aspectos meramente organizativos y funcionales, ya que va a constituir para ellos y para ellas un aprendizaje que puede condicionar, en gran medida, sus actitudes y conductas posteriores como ciudadanos y ciudadanas integrantes de una sociedad democrática.

Por otro lado, se ha de considerar la importancia y el significado que se atribuye al aprendizaje y desarrollo de actitudes participativas y responsables en alumnos y alumnas desde un punto de vista social y político, por coherencia con la naturaleza de los sistemas democráticos y porque supone, a largo plazo, un factor estabilizador de las sociedades plurales. En efecto, la necesidad de actitudes cívicas, participativas y ponderadas, aparece como un hecho consustancial a la propia dinámica socio-política del Estado democrático.

Pero hoy en día, se deduce que sus expectativas de participación en la actividad escolar son, en líneas generales, bajas e irregulares. A lo largo de investigaciones se ha puesto de manifiesto que este hecho parece ser debido a la acción conjunta de diversos factores como el nivel académico de alumnos.

Si a la complejidad que de por sí tiene el proceso participativo, especialmente grande en un colectivo tan numeroso como el de alumnos y alumnas, se le une su escasa o nula experiencia participativa, su falta de madurez intelectual debida al período evolutivo en que se encuentran y el casi total abandono pedagógico por parte del estamento docente, no es difícil comprender los pobres resultados de sus experiencias, sus actitudes desafectas hacia la participación institucional y sus bajas expectativas al respecto.

Con tal panorama, tampoco causa sorpresa el poco interés que parece existir entre los estudiantes hacia los cargos representativos y el escaso número de éstos motivados para presentarse como candidatos a delegados de grupo o a miembros del consejo escolar, cargos para los que no son preparados y que pueden ser problemáticos.

Por otro lado, la carencia de formación teórica y conceptual sobre la participación que se da entre alumnos y alumnas en general, y entre sus representantes en particular, contribuye a que tiendan a concebir la participación más como un acto donde se manifiestan opiniones y se toma partido mediante votaciones por una opción concreta.  Esta concepción tan limitada de la participación se añade a los problemas organizativos, de representatividad y de comunicación que, entre otros, tienen los alumnos y las alumnas para no ver al consejo escolar como un lugar de encuentro de los diferentes sectores de la comunidad educativa.

Se observa que alumnos y alumnas poseen mayores expectativas sobre los resultados de su participación cuando ésta se circunscribe al ámbito de la clase o grupo que cuando se trata de participar en asuntos de índole más general, en cuyo caso dichas expectativas parecen disminuir sensiblemente.

No cabe ninguna duda de que el modelo participativo que ha incorporado las reformas educativas han supuesto un gran avance en relación a la democratización de la enseñanza, pero, en lo que respecta al alumnado, dicha democratización debe no sólo suponer el reconocimiento formal de su derecho a tomar parte en su educación, sino también, y sobre todo, a contribuir al aprendizaje de los valores y modos de conducta democráticos. La creación de falsas expectativas sobre la participación, son aspectos que pueden activar mecanismos de defensa en alumnos y alumnas que faciliten la interiorización y asunción de un concepto de participación deformado y desvirtuado.

En cuanto a la elaboración de una propuesta propia, creo que lo mejor que les podría pasar a los centros educativos es que haya una Jornada de puertas abiertas, es decir, abrir los diferentes centros y a través de una Gymkana intentar que todo el personal docente, más las familias y los alumnos se impliquen directamente. El objetivo final de esta actividad o lo que se intenta alcanzar, es que, entre todos los participantes creen ellos mismos la Gymkana y que la pongan en práctica, puesto que al ser ellos mismos los que piensen y lleven a cabo las actividades de la temática, puedan participar de una forma más activa para intentar llegar más lejos con la concienciación y la prevención de la escasa participación escolar.

En cuanto al tema del feminismo, comentar la importancia del método de María Montessori, cuya biografía se encuentra en el post de “Educación en Castilla y León”.

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